domingo, 7 de noviembre de 2010

NOCHE DE COPAS, DE COLORES: LOCA

La noche se viste de luces, el bullicio retumba en la habitación, se percibe el libertinaje en el ambiente, ella se echa el último vistazo en el espejo, se impregna de fragancia seductora y sale a la calle, no tiene rumbo fijo, está a la expectativa de lo que pueda suceder, de lo que quiere que suceda. Un letrero disfrazado de verde y rosa llama la atención de aquellos que buscan exacerbar sus instintos, de aquellos que ven en este sitio la oportunidad de ser otros, de jugar a inventar personalidades y de hacerlas creíbles ante los ojos de almas desconocidas que se refugian en la sombra y encuentran emociones bajo el calor de unas copas y de una buena canción, mientras tanto, ella pide un trago y observa detenidamente a su alrededor, allí estaba él mirándola presuntuoso y con maliciosa sonrisa, una corriente de nerviosismo hace bombear más fuerte la sangre que corre por sus venas, sin embargo, su tez lucía impávida y bella, finge seguridad e inventa una pose interesante.
Larga noche ha sido, muchos se han divertido con esta ahogando el estrés del día en el baile y quemando calorías con besos, otros simplemente se sumergen en el alcohol, acosan mujeres y provocan pleitos, pero ellos no se mueven de sus asientos, siguen allí observando todo lo que pasa, mirada va, mirada viene y de repente comparten una sonrisa, sería justicia divina que cruzaran unas palabras, así, llegan las dos de la mañana y sus cuerpos son impulsados al baile por una intrépida y movida canción, él se levanta de su asiento y evidencia su torpeza al tropezar con la demás gente, entre tanto, ella ignora saberlo, se toma el quinto trago de una pechada y sonríe de forma picara para sí misma, tal vez el alcohol ya hacía su efecto. La gente que llenaba el sitio, ahora, se agolpaba en el escenario de baile, los cuerpos se rozan unos a otros, todos juntos forman una sola masa movible.
Al fin, la sonrisa maliciosa llega al asiento de aquella chica, toma impulso para hablar, pero sus primeras palabras son sorprendidas por el tartamudear de sus labios, ella sonríe y le expresa confianza con su mirada, él le corresponde con la suya y pregunta: ¿quieres bailar? Y ella asiente con la cabeza; de forma delicada toman sus manos y lentamente se acoplan a la masa movible, concentran su mirada curiosos y en un suave pero rápido movimiento él posa su mano sobre la cintura de aquella chica que lo había inquietado toda la noche, se mueven al ritmo de la música y toman como excusa los empujones de la gente para pegar sus cuerpos, termina la canción y sin necesidad de hablar se dan a entender que quieren seguir bailando. Una rara magia ronda el lugar y el olor del sudar de los bailarines adecua el escenario de un acalorado pero dulce beso, de pronto, es interrumpido por un fastidioso y cruel ruido, Helena despierta asustada y se da cuenta que el bus ya pasó por dónde ella debía haberse bajado.

Mayra Lisseth Hernández Salazar

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